miércoles, 9 de diciembre de 2009

La mentira tiene patas cortas

Ataques terroristas en la Argentina 1992 y 1994: no fueron de origen islámico


Adrian Salbuchi ha sido entrevistado por el Dr. James H. Fetzer, fundador de Scholars for 9/11 Truth y conductor del programa radial estadounidense “The Real Deal”. El Dr. Fetzer dio el pasado 11 de septiembre de 2009 una magistral conferencia en la Biblioteca Nacional de Argentina. Es la segunda vez que el investigador norteamericano visita Buenos Aires para participar a un evento conmemorativo con los trágicos sucesos del 11 de septiembre del 2001.

James Fetzer: Mi invitado especial de hoy es Adrian Salbuchi de la Argentina, conductor del programa radial de Buenos Aires «Bienvenidos a la Jungla», y fundador del Movimiento por la Segunda República Argentina. Es autor de varios libros sobre geopolítica que incluyen «El Cerebro del Mundo: la Cara Oculta de la Globalización» y «Bienvenidos a la Jungla: Dominio y Supervivencia en el Nuevo Orden Mundial»”. Hoy vamos a hablar sobre los supuestos atentados terroristas en Buenos Aires en 1992 y 1994. Bienvenido, Adrian, a «The Real Deal».

Adrian Salbuchi: Muchas gracias, Jim. Buenas noches a todos y gracias por invitarme a su programa.

James Fetzer: Para orientar a nuestros oyentes, ¿porqué no empieza por darnos una breve reseña de los dos ataques mortales que tuvieron lugar en el centro de la ciudad de Buenos Aires, uno en la embajada de Israel en 1992, y el otro en la sede de la mutual judía AMIA, en 1994?

Adrian Salbuchi: Aquellos fueron dos de los peores ataques terroristas con bombas que sufriera la República Argentina, y tuvieron como blanco dos edificios puntuales ubicados en el centro de Buenos Aires. El primero tuvo lugar en marzo 1992 y demolió completamente la sede de la Embajada de Israel, matando a 29 personas. El segundo atentado hizo colapsar de manera similar a la sede de la AMIA en julio de 1994, dejando 86 muertos.

Ambos atentados tomaron a nuestro país por sorpresa, ya que los argentinos no experimentábamos ataques tan terribles, desde los tiempos en que nuestro país fuera blanco de los movimientos guerrilleros internacionales en los años setenta. Los argentinos somos un verdadero crisol de razas que ha logrado reunir a inmigrantes y grupos étnicos de los más diversos orígenes, que hoy conviven pacíficamente y casi sin conflicto alguno.

Ambos ataques tuvieron lugar bajo la administración del ex-presidente Carlos Menem, quien estaba estrechamente alineado con las políticas globales de los EEUU (en aquél momento, George HW Bush, padre, era presidente de EEUU) y, por extensión, con las políticas del Estado de Israel y las organizaciones sionistas globales.

Notablemente, en ambos casos, el gobierno y los medios de difusión inmediatamente echaron las culpas de manera vehemente sobre supuestos «Grupos Terroristas del Fundamentalismo Islámico» que se suponía utilizaron coches bomba para volar ambos edificios.
A medida que pasaron los años, sin embargo, las supuestas conexiones con algún «Grupo Terrorista Islámico» se hicieron cada vez más endebles y ambiguas. Hoy, estos dos casos se han transformado en paradigmas de la interferencia sistemática por parte de un amplio abanico de grupos de presión que operan sobre nuestro gobierno, la Justicia y, a través de los medios, sobre la opinión publica.

Notablemente, tales presiones – extremas en ciertos momentos – fueron ejercidas por organizaciones sionistas locales y extranjeras, por los medios de difusión locales e internacionales, por algunas ONG, por ciertos individuos «notables y eminentes», cuyas opiniones han tenido gran peso, y – por último, pero no por ello menos importante –, por las embajadas de ciertas potencias extranjeras, notablemente las de Estados Unidos y el Estado de Israel.

James Fetzer: ¿Cuáles son las diferencias entre la explosión de la Embajada y la de la AMIA, si es que no fueron idénticas?

Adrian Salbuchi: Bueno, sobre el primer caso relacionado con la Embajada de Israel, la información va siendo acallada paulatinamente de las noticias, y ello por «razones comprensibles», al menos, desde el punto de vista sionista. Para empezar, dado que el objetivo fue la embajada de una potencia extranjera, es comprensible que Israel ejerciera fuerte influencia sobre las acciones que se tomaron al respecto y la difusión de toda información.

Sin embargo, la pretensión de que el atentado fuera causado por un coche bomba se desvaneció cuando el Fiscal de Estado y el Juzgado en el caso, invitó a inspectores técnicos especializados de la Academia Nacional de Ingeniería de Argentina, para determinar cuáles fueron las causas que hicieron que el edificio de la Embajada colapsara.

La conclusión fue que la explosión tuvo lugar en el interior del edificio, y que no fue causada por ningún supuesto coche bomba. Para colmo de males para los grupos de presión sionista, un transeúnte pudo filmar desde varias cuadras de distancia la nube en forma de hongo que se elevó del lugar de la explosión, lo que los expertos consideran conforma otro efecto característico que apunta a una explosión interna.

El edificio de la embajada se encontraba en una zona muy densamente poblada de la Ciudad de Buenos Aires y, aunque la onda expansiva rompió las ventanas y el yeso de prácticamente todos los edificios alrededor de la Embajada – incluso volando un vitreau de una iglesia ubicada enfrente que lamentablemente cayó sobre un sacerdote ocasionándole la muerte – el único edificio cuya estructura se vio afectada catastróficamente fue el de la propia Embajada.
Está claro entonces que, o bien hubo un coche bomba que propagó una onda expansiva caprichosamente selectiva o sino, efectivamente, la explosión tuvo lugar en el interior del edificio y no hubo ningún coche bomba.

Hay muchos otros indicios que apuntan a esta conclusión. Probablemente, esta sea la razón por la que el caso de la Embajada se mencione cada vez menos en los medios de comunicación, especialmente después de que surgieron fuertes rumores que indicaban que lo que realmente explotó fue un arsenal que al parecer los israelíes almacenaban en el sótano del edificio.

En el momento de la explosión, un grupo de funcionarios del gobierno laborista israelí se reunían en la sede para discutir asuntos relacionados con el recientemente iniciado proceso de paz de la Conferencia de Madrid, pero «afortunadamente» abandonaron el edificio minutos antes de la explosión. Lo mismo ocurrió con el Embajador quién, casualmente, también se retiró de las instalaciones minutos antes de la explosión…

Una situación muy diferente, sin embargo, fue surgiendo en torno a las circunstancias que rodearon al segundo y más mortal ataque contra el edificio de la AMIA, que hasta el día de hoy ha recibido una cobertura de altísimo perfil en los medios de comunicación locales, e incluso entre algunos medios internacionales.

En contraste con la Embajada, este edificio albergaba una organización privada argentina – la AMIA – y su organización política hermana, la DAIA.
Las personas fallecidas eran todos ciudadanos argentinos, y la tragedia ocurrió íntegramente bajo jurisdicción argentina. Sin embargo, en el mismo día en que ocurrió la explosión, el presidente Carlos Menem solicitó oficialmente la ayuda del FBI y de la CIA de los Estados Unidos, y del servicio de inteligencia Mossad y de las fuerzas armadas del Estado de Israel.

En el caos que se produjo ese día en el lugar de la explosión los ánimos se ponían muy caldeados con la policía local cuando agentes de inteligencia del ejército israelí plantaron una bandera israelí entre los escombros. Casi inmediatamente, esos mismos israelíes tuvieron la prodigiosa «suerte» de hallar una pieza del supuesto coche bomba – una camioneta Renault «Trafic» blanca. «Afortunadamente», se trataba de un pedazo del block del motor en el que figuraba el número de serie del fabricante del vehículo.

Este fue un «golpe de suerte» que nos recuerda de otros «golpes de suerte» igualmente improbables, como el hallazgo por el FBI del pasaporte intacto del supuesto terrorista suicida Mohammed Atta entre los escombros del World Trade Center, justo después del 11 de septiembre de 2001!

Desde el principio, el caso de la AMIA ha estado plagado de fraude, mentiras, contradicciones flagrantes; y de delito y corrupción en los máximos sitiales del poder en la Argentina. A lo largo de más de quince años, el caso AMIA ha pasado por siete tribunales federales. Se creó el TOF – Tribunal Oral Federal – dentro del propio Poder Judicial, para reunir cientos de miles de páginas de declaraciones, pruebas, informes, investigaciones, estudios, acusaciones y contraacusaciones que se han acumulado hasta el día de hoy . Durante varios años, el caso estuvo en el Juzgado Federal entonces presidido por el juez Juan Galeano, un funcionario débil (sino tonto) que permitió que las organizaciones sionistas locales -la propia AMIA y la DAIA– lo presionaran para que autorizara se le pague un soborno por 400.000 dólares al revendedor de autos usados, en ese momento preso, Carlos Telleldín, quien habría vendido el presunto coche bomba a supuestos agentes de la organización Hezboláh.

Esa coima se la darían a Telleldín para que acusara a tres oficiales de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, con el fin de que aparecieran como una «conexión local» que conduciría primero a Siria, a continuación a Hezboláh, y por último a Irán…

Esos 400.000 dólares para pagar el soborno fueron proporcionados por el entonces presidente de la DAIA, Rubén Beraja, a través de su (hoy quebrado) Banco Mayo. Beraja luego pasaría varios años en la cárcel a causa de la quiebra fraudulenta del Banco Mayo. Para comprender mejor la trama de cómo operan estas redes de poder global, quisiera señalar que un tiempo antes, en 1996 cuando el ex-gobernador del Banco de la Reserva Federal de EEUU Paul Volcker fue nombrado para crear y presidir una así-llamada «Comisión de Personas Eminentes» para «investigar» las cuentas inactivas de judíos en los principales bancos suizos – operativo que logrò extraer de aquellos bancos más de 1.250 millones de dólares para las organizaciones sionistas pro-Israel-, Volker eligió entre esas «personas eminentes» para integrar su Comisión, a este oscuro personaje que es Rubén Beraja.

La corrupción, y los turbios tejes y manejes llegaron al colmo bajo el actual co-gobierno del Matrimonio Kirchner – Néstor y Cristina -, que un par de años atrás decidió desechar todo lo realizado en la Causa AMIA y volver a empezar desde foja cero. Pronto descubriríamos, sin embargo, que ello significó darle un cheque en blanco a la CIA estadounidense y al Mossad israelí para fabricar acusaciones falsas contra Irán, por cuánto ello se alinea a la perfección con las políticas de ataque de ambos países contra Irán. Esta es la situación en la que nos encontramos hoy.

James Fetzer: Usted nos indica que las versiones oficiales mantienen que ambos ataques fueron realizados con coches-bomba. Sin embargo, mi impresión es que las explosiones fueron lo contrario – o sea, que ambas tuvieron lugar desde dentro de los edificios. ¿Es eso correcto?

Adrian Salbuchi: Eso es lo que dicen los expertos técnicos. Y, si aplicamos un poco de sentido común, todos sabemos que cada vez que se produce algún ataque real con coche-bomba, siempre se encuentran los restos de buena parte del vehículo utilizado por los terroristas entre los escombros en el lugar de los hechos. En estos dos ataques, sin embargo, no se halló ningún resto de los supuestos coches-bomba, a excepción de pruebas falsas obviamente plantadas por agentes israelíes, que mencioné anteriormente.

En el caso de la AMIA, el Tribunal reclutó a un perito de la Gendarmería Nacional argentina para que diera una «opinión oficial» sobre el supuesto coche-bomba – la ya famosa camioneta Renault «Trafic» blanca.
Dicho perito, el comandante Osvaldo Laborda, dijo oficialmente que no se hallaron los restos de dicho coche-bomba debido a que «la explosión enterró sus restos debajo la entrada del ex edificio de la AMIA», si usted puede creer semejante cosa…

Ahora, yo soy estrecho colaborador del abogado Dr. Juan Gabriel Labaké, quién representa a dos ciudadanos argentinos de origen sirio que han sido falsamente acusados de participar en el tema de la Trafic blanca. (Digo «falsa acusación» porque luego de 15 años, no se ha interpuesto ni una pizca de evidencia contra ellos). Dado que el caso contra sus clientes y las acusaciones formales contra Irán dependen del hallazgo del supuesto coche bomba, el Dr. Labaké recientemente solicitó al Fiscal del Estado Alberto Nisman que ordene excavar hasta cuatro metros debajo la entrada del ex edificio de la AMIA a fin de determinar, de una vez por todas, si los restos del vehículo existen realmente.

El Fiscal Nisman se negó terminantemente a hacerlo, lo que no sorprende si se tiene en cuenta que Nisman recorre el mundo difundiendo una versión apasionadamente pro-Israel con un mensaje claramente anti-musulmán respecto del ataque a la AMIA.

A fines de 2007, por ejemplo, el Sr. Nisman fue un invitado especial a la Reunión Anual del Congreso Judío Norteamericano. En marzo de 2009, hizo una exposición sobre el Caso AMIA en la Biblioteca del Holocausto de Nueva York.
A fines del 2008, Nisman presentó personalmente un amplio informe sobre el estado del Caso AMIA ante la Corte Suprema de Justicia – pero no de la Argentina, como sería de esperar, sino del Estado de Israel en Tel Aviv.
Claramente, el señor Nisman opera como Fiscal Especial, ya no en nombre de la Argentina sino del Estado de Israel!

James Fetzer: Posteriormente al ataque a la Embajada, usted mencionó que una sociedad profesional de ingeniería realizó una investigación, determinando que la explosión se produjo desde adentro de los edificios. ¿Es correcto?

Adrian Salbuchi: Sí, la Academia Nacional de Ingenieros de la Argentina llegó a esta conclusión y, cuando el entonces juez de la Corte Suprema Dr. Adolfo Vázquez, muy razonablemente aceptó ese peritaje, fue reprendido públicamente, e incluso insultado por Ram Aviram, entonces embajador de Israel en la Argentina.

James Fetzer: Adrian, usted también mencionó que el Mossad participó en reunir información sobre uno o ambos de estos ataques. Para mi eso resulta simplemente increíble. ¿Cómo fue que ocurrió?

Adrian Salbuchi: Bueno, el verdadero culpable fue el ex presidente Carlos Menem quién cedió ante las presiones de Israel, las organizaciones sionistas, y de EE.UU., haciendo «un llamamiento a los EE.UU. e Israel» para que ayudaran con la investigación, lo que ambas naciones gustosamente aceptaron.

James Fetzer: Usted explicó que el Mossad incluso produjo una parte del vehículo que casualmente incluía el número de serie identificatorio del vehículo?

Adrian Salbuchi: Sí, a pesar de lo improbable que ello suena. Esta «prueba» fue finalmente rechazada por el Tribunal, cuando se tornó tan obviamente evidente que había sido plantada en la escena del crimen. Luego, se presentaron varias piezas más del supuesto coche bomba, que al ser enviadas a la planta automotriz Renault para su verificación, resultaron pertenecer a dos vehículos diferentes, uno de los cuales al parecer no tenía instalada la bomba de nafta, por lo que difícilmente hubiera podido trasladarse a ninguna parte…

James Fetzer: ¡Qué vergüenza! ¿Cómo manejaron esto los tribunales? ¿O es que hasta los tribunales se estaban subordinados a la interferencia de los EEUU e Israel?

Adrian Salbuchi: Efectivamente, fue muy vergonzoso. Los tribunales se alinearon pasivamente ante la interferencia de Israel y EE.UU. Los medios de comunicación generaron grandes operativos de prensa en torno a este caso. Las organizaciones sionistas organizaron una manifestación pública tras otra, para rasgarse las vestiduras pidiendo «justicia» y «memoria», como si fuera posible en la Argentina olvidar estos dos ataques…!

Incluso, acusaron a la justicia argentina de ser «inoperante, ineficiente y lenta» cuando no actuaba en consonancia inmediata e irrestricta según las exigencias de los objetivos e intereses sionistas, es decir, cuando se resistía a aceptar todas las falsificaciones y mentiras impuestas.

El mejor ejemplo de lo que digo es lo ya referido acerca del juez pro-sionista Galeano. ¿Se imagina usted a un juez federal que autoriza que se le pague un soborno a un delincuente procesado y encarcelado, para que como contrapartida haga una acusación falsa contra la policía local, para así poder falsificar las pistas del caso? Para colmo, el dinero para esa coima fue proporcionado por el hoy también procesado presidente de la DAIA, organización hermana de la AMIA!

James Fetzer: En la Argentina, muchos ciudadanos creen que el caso de la AMIA está inmerso en actos de corrupción, irregularidades de todo tipo e información falsa. Por lo que usted ha dicho, entiendo que esto efectivamente fue así.

Adrian Salbuchi: Por desgracia, sí! Pero esto fue a causa de una combinación muy triste de gobernantes cobardes, instituciones republicanas débiles – especialmente el poder judicial argentino – aunado a una prensa cómplice que de forma sistemática apoya el mensaje sionista y les ayuda a difundir sus problemas al mejor “estilo del Holocausto”, a fin de generar simpatía a su favor entre la opinión pública. Esto es tan cierto en la Argentina, como en la mayoría de los países occidentales.

Hoy, bajo el gobierno del Matrimonio Kirchner, las presiones sionistas han logrado deformar la política exterior de la Argentina. Tan es así que los Kirchner han acusado formal y falsamente al ex-presidente iraní Alí Rafsanjani y a siete miembros clave de su gabinete – que incluye a Ahmad Vahidi, actual ministro de defensa del presidente Ahmadinejad – de haber financiado y planificado el ataque a la AMIA a través de Hezboláh.

Todas estas acusaciones se basan exclusivamente en inteligencia descaradamente falsa proporcionada por la CIA y el Mossad. ¿Alguien puede creer realmente que estos dos servicios de inteligencia extranjeros sean imparciales y objetivos en este tema que involucra a Israel e Irán? Toda esta situación es una burda farsa.

James Fetzer: Adrian, ¿por qué razón se generaron «historias oficiales» tan improbables en absoluto? Mi impresión es que se permitió a la política influir sobre la imparcialidad de investigaciones – en verdad las estaba dominando.

Adrian Salbuchi: Hace más de quince años que los tribunales argentinos vienen buscando pruebas de una supuesta “conexión Irán – Siria – Hezboláh”, que nunca han sido halladas, por la sencilla pero poderosa razón de que tal coche bomba nunca existió.

Sin embargo, ambos ataques terroristas cobran una dimensión mucho más clara y lógica cuando se los inserta dentro de la lógica, ya no de una inexistente y burda “conexión iraní”, sino más bien de una mucho más concreta “conexión israelí”.

¿Por qué digo esto? Bueno, echemos un vistazo a lo que estaba ocurriendo en Israel en los años 90, cuando estos ataques tuvieron lugar. En 1991, comenzó la Conferencia de Paz de Madrid. En Israel, el Partido Laborista tenía claramente mayor popularidad y poder, especialmente cuando el general Yitzhak Rabin ganó las elecciones a primer ministro en junio de 1992. Rabin parecía estar intentando honestamente llegar a algún acuerdo mutuo con los palestinos, lo que habría requerido la detención y el desmantelamiento de buena parte de los asentamientos ilegales establecidos por la ultra-derecha fundamentalista fanática de sionistas nazis que sostienen que cualquier persona que ceda siquiera un centímetro de “sagrada tierra de Israel”, es un traidor.

Rabin y su grupo de trabajo trató de seguir adelante con el proceso de paz y, en septiembre de 1993, lo vimos a Rabin, aunque a regañadientes, estrecharle la mano a Yasser Arafat bajo la mirada atenta de Bill Clinton en los jardines de la Casa Blanca. Seguidamente, Rabín llegó a principios de acuerdo con Siria para lograr la paz definitiva sobre las Alturas del Golán, y también con Jordania. Rabin permitió que Arafat regresara a Palestina tras 27 años de exilio, lo cual tuvo lugar a principios de julio de 1994.

Lo más moderado que puede decirse es que los ultra-sionistas de derecha se volvieron locos. En febrero de ese año, un judío neoyorquino de nombre Baruch Goldstein, miembro del grupo fanático Kach, irrumpió en una mezquita en Hebrón y abrió fuego con su ametralladora asesinando a más de 40 musulmanes que se encontraban orando en el lugar.
Resulta muy sospechoso que Goldstein lograra atravesar la seguridad israelí portando una ametralladora, sin dificultad alguna. Goldstein fue muerto en ese acto y desde entonces su tumba en Israel se ha convertido en un lugar de peregrinaje y culto para la ultra-derecha sionista.

Observe, Jim, la secuencia en la que ocurrieron estos eventos, ya que pocos días después, el 14 de julio de 1994, en un momento álgido en el desarrollo de esta lucha interna insidiosa entre los sionistas y dentro del propio Estado de Israel, se produce la voladura del edificio de la AMIA. La conducción de la AMIA de entonces era pro-partido laborista, por lo que ese atentado parece haber sido un claro «disparo de advertencia» de la extrema derecha nazi-sionista contra Rabin y su gobierno laborista, orientado a detener las negociaciones de «paz por territorio» con los palestinos.

Sin embargo, pareciera que el primer ministro Rabin, que era un tipo duro, no «entendió el mensaje». Así que, ¿cuándo llega a su punto culminante toda esta secuencia de luchas internas? Pues, un 4 de noviembre de 1995 – sólo 16 meses después del ataque a la AMIA – cuando el primer ministro Rabin es asesinado al mejor estilo John Kennedy, en las calles de Tel-Aviv, ya no por un neonazi, ni por un fundamentalista islámico, sino por un tal Ygal Amir, un joven estudiante ultra-derechista miembro del movimiento de colonos fanáticos relacionado con el servicio de seguridad interior Shin Beth, que estaba siendo vigorosamente redimensionado por Rabin.

Tras la muerte de Rabin, Shimon Peres quedó como primer ministro durante un tiempo, pero en las siguientes elecciones los laboristas fueron barridos cediendo el poder a la ultra derecha sionista que pudo así instalarlo a Benjamin Netanyahu como primer ministro en 1997. Desde entonces, la ultraderecha ha estado en el poder con Ariel Sharon, Ehud Olmert, y hoy una vez más, Netanyahu.

Estas luchas intestinas entre sionistas, tuvo como uno de sus episodios más sangrientos los bombardeos de la Embajada de Israel y, más tarde, del edificio de la AMIA en la República Argentina, que en aquél momento seguramente era percibida por los sionistas ultra-derechistas como un reducto del laborismo. ¿Por qué Buenos Aires, usted podrá preguntar? Simplemente porque la seguridad pública argentina ha sido desde siempre, y lo sigue siendo hoy, muy débil. Por lo que las operaciones de terror son relativamente más fáciles de llevar a cabo contra objetivos en la Argentina.

Sin embargo, y en forma similar a los atentados del 11 de septiembre, a pesar de que han demostrado una gran capacidad técnica para llevar a cabo este tipo de ataque de “bandera falsa” (casi a la perfección, diría, utilizando bombas, demoliciones controladas, y otros métodos), son sin embargo muy desprolijos al dejar sus huellas en los lugares de los ataques, que luego quedan al descubierto debido a las grandes incoherencias y contradicciones que han resultado imposibles de explicar.

James Fetzer: Me preocupa lo que usted dice respecto de los tribunales y los medios. No solo los tribunales no han sido imparciales, sino que la cobertura brindada por la prensa ha sido cualquier cosa menos “justa y equilibrada”.

Adrian Salbuchi: El problema con la Argentina es que en los últimos cuarenta años nuestro Estado Nacional ha quedado tan erosionado, que ha dejado de ser una institución soberana, para convertirse en una entelequia que se asemeja más y más a una mera Administración Colonial. Ahora, ¿cómo se puede esperar de una nación totalmente dependiente como la Argentina, pueda tener un “poder judicial independiente”? ¡De ninguna manera!

Nuestro poder judicial está al servicio de aquellas personas que realmente controlan y dirigen a nuestro país, donde una red de poder global de think tanks (bancos de cerebro), ONG’s, y grupos de presión siempre tienen la última palabra.

Esta red no sólo incluye a entidades como el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR – Council on Foreign Relations de EEUU), la Comisión Trilateral, la Conferencia Bilderberg, y Chatham House, sino que también la integran el Consejo Judío Mundial, AIPAC, la logia masónica B’nai B’rith, la Organización Mundial Sionista, la ADL, y el Congreso Judío Nortemericano, entre muchas otras. ¡Es esta red de poder la que realmente manda y le tuerce el brazo a nuestro gobierno!

Hace un par de años, el profesor de la Universidad de Harvard Stephen Walt y profesor de la Universidad de Chicago John Mearsheimer publicaron un libro fundamental titulado “El lobby Israelí y la política exterior de EE.UU.”, en el que demuestran de manera sólida y consistente la manera en que las organizaciones sionistas controlan la política exterior de EEUU en Oriente Medio. Su trabajo ha sido ampliamente admirado en el extranjero, pero ha recibido escasa atención en los propios Estados Unidos.

Si esta red de poder ha logrado tanta influencia sobre los EE.UU., ¿se puede imaginar lo que podrá hacer e un país débil como la República Argentina? Naturalmente, los planes y propuestas emanados de esta red mundial de los bancos de cerebros son convenientemente avalados, apoyados y divulgados de la manera más conveniente por los medios de comunicación globales. Ellos son los que deciden quienes aparecerán como “buenos” y quienes como “malos” en las pantallas y páginas de CNN, Fox News, The New York Times, Washington Post, Financial Times, y así sucesivamente. Más aún, ellos son quienes deciden qué es y qué no es noticia!

James Fetzer: Estos dos casos ocurrieron bajo el gobierno del presidente Carlos Menem. Desde entonces varios presidentes vinieron y se fueron. En los últimos seis años y medio, su país ha sido gobernado por el matrimonio Kirchner (Nestor y Cristina). ¿Cómo han estado manejando este caso?

Adrian Salbuchi: De una manera espantosa! Antes de dejar de ser formalmente presidente, Néstor Kirchner prácticamente impuso al país a su esposa, Cristina, como su sucesora en el cargo de presidente. Previamente, Cristina había sido legisladora e integró la comisión en el Congreso que investigó el ataque a la AMIA. Parece ser que en aquellos tiempos la senadora Kirchner forjó una relación muy estrecha con las organizaciones sionistas.

Un año antes que cambiaran de lugar entre ellos, el entonces presidente Néstor Kirchner, su esposa Cristina y el ministro de Relaciones Exteriores (entonces y ahora), Jorge Taiana, participaron de una reunión secreta en el Hotel Waldorf-Astoria de Nueva York el 21 de septiembre de 2006, junto a ocho de las más importantes organizaciones prosionistas y pro-Israel, que incluyó al Congreso Judío Norteamericano, la B’nai B’rith, ADL y otros.

Nadie sabe de qué hablaron porque, como digo, fue una reunión secreta. Sin embargo, un mes después, los Kirchner despacharon al fiscal especial Alberto Nisman a los EE.UU., quien se reunió con agentes de la CIA y del Mossad y, a su regreso, Nisman lanzó una acusación formal contra el ex-gobierno iraní de Ali Rafsanjani. El actual juez en este caso, Dr. Rodolfo Canicoba Corral, inmediatamente avaló y apoyó las acusaciones.
Esta fue noticia de primera plana en los diarios e inspiró al rabino Israel Singer, director político del Congreso Judío Mundial, a «felicitar al gobierno argentino», por formalizar «la denuncia contra Irán», ya que ello «confirmó el compromiso asumido por los Kirchner en aquella reunión secreta».

¿Compromiso? ¿Para hacer qué? ¿Por qué? ¿A cambio de qué? [1] Yo, personalmente escribí cartas abiertas a los Kirchner pidiendo una respuesta a estos interrogantes. Por supuesto, los Kirchner ni siquiera acusan recibo a cartas enviadas por ciudadanos “comunes” como yo. Así es “la Argentina democrática” que hoy tenemos… Un país dónde un presidente puede cometer toda clase de irregularidades y hacer pactos espurios con agentes de potencias extranjeras a plena luz del día, y no hay nada que el “ciudadano común” puede hacer para detenerlos…

James Fetzer: ¿Han estado ejerciendo presiones masivas los grupos de lobbyistas sionistas en la Argentina?

Adrian Salbuchi: Desde luego que sí. Tienen un poder decisivo, no sólo sobre la política exterior como vemos en el caso de la AMIA, sino también sobre nuestros medios de comunicación, banca, gobierno, universidades, ONG’s, y la vida cultural y social. Sin embargo, fuentes oficiales indican que la cantidad de judíos que viven en Argentina sería de apenas 200.000 – o sea, sólo el 0,5% de nuestra población de 40 millones de personas.

Ello obliga a concluir que o bien los judíos conforman un grupo étnico cualitativamente superior, lo que explicaría que estén tan sobre-representados en la vida social de la Argentina, o tal vez – sólo tal vez – estén abusando de su bien conocida riqueza económica y el poderoso apoyo internacional que reciben de las organizaciones sionistas y del poder global de la red a la que me he referido, que siempre se ajusta a los objetivos y los intereses sionistas.

James Fetzer: ¿Cuáles son los intereses políticos locales e internacionales que vienen chocando respecto de estos dos casos desde que tuvieran lugar?

Adrian Salbuchi: Creo que hay que ver todo esto como parte de la prédica de los halcones israelíes y estadounidenses que en los últimos años han tomado descaradamente a Irán como blanco de ataque, donde todos los días oímos nuevas amenazas de ataque militar unilateral contra esa nación pacífica, que, por cierto, jamás ha atacado ni invadido a ningún otro país en tiempos modernos. Algo que apenas pueda decirse de EE.UU. e Israel – a pesar de que John Kennedy alguna vez afirmara que EE.UU. jamás atacaría a otro país. [2]

Irán no sólo no ha atacado a ninguna otra nación, sino que todo lo contrario ha sido atacada reiteradamente por “Occidente”. Por ejemplo, en 1941, Churchill y Stalin invadieron lo que entonces era Persia para tomar su petróleo, necesario para librar su guerra contra Hitler.
En 1953, el presidente iraní democráticamente elegido, Mahmoud Mossadegh, fue derrocado por un golpe de Estado orquestado por la CIA, luego que nacionalizara las empresas petroleras extranjeras. Y, cuando en 1979 Irán finalmente se deshace del régimen pro-empresas petroleras de EEUUJ y Gran Bretaña bajo el Shah Pahlevi, los EE.UU. arman inmediatamente al “bueno” de entonces – que era Saddam Hussein – con armas de destrucción masiva químicas, para que Irak pudiera lanzar una guerra brutal y genocida contra Irán durante 8 largos años, en la década de los 80. Es todo un récord!

James Fetzer: ¿Cuál ha sido la reacción de la comunidad judía en la Argentina a estos dos supuestos ataques, que han sido atribuidos a Irán?

Adrian Salbuchi: Los judíos sionistas locales – y muchos sionistas no-judíos también – se vienen manifestando histéricamente a favor de Israel, en contra de Irán y anti-musulmanes. Lamentablemente, aunque hay una parte sustancial de judíos anti-sionistas o no-sionistas en la Argentina, pareciera que no se atreven a abrir la boca puesto que saben que, si lo hacen, los grupos de presión sionista locales – con la AMIA y la DAIA a la cabeza – inmediatamente los marcarán como «malos judíos».

Hemos estado pidiéndole a la parte sana de la comunidad judía local, que se ponga de pie y asuma una posición contraria a la prédica de la AMIA, la DAIA y la Embajada de Israel. Que les espeten a estas entidades que no tienen derecho legítimo a decir que “hablan en nombre de todos los judíos en la Argentina”. Insistimos en que deben hablar, y hacerlo por sí mismos, como una forma de auto-preservación. Sin embargo pareciera que las cadenas mentales y sus miedos resultan demasiado fuertes de romper. Consecuentemente, no mucho puede esperarse de este segmento de la comunidad.

James Fetzer: Cuando nos preguntan: «¿Quién se beneficia?», No es Irán, sino otra nación en el Oriente Medio que tiene un importante arsenal nuclear, pero que nunca ha sido cuestionada por la ONU. ¿Por qué es eso?

Adrian Salbuchi: Efectivamente, es así. Todos estos acontecimientos con sus mentiras, distracciones, confusiones adrede, orientaciones equívocas y giros errados parecieran tener un único beneficiario: el Estado de Israel. Siempre ha sido así, y ello es totalmente injusto hacia la Argentina donde todos los grupos étnicos y las razas que vinieron a nuestras costas conviven pacíficamente. Es evidente que necesitamos identificar con mejor precisión a las manzanas podridas entre nosotros.

James Fetzer: Estos eventos me parece que han sido organizados con el objeto de socavar la cooperación técnica y científica entre la Argentina e Irán en relación con el desarrollo de la energía atómica pacífica. Irán nunca podría haber cometido estos ataques en Argentina, ya que ello habría sido contrario a sus propios intereses. Israel me parece sería culpable. ¿Estoy en lo cierto en ello?

Adrian Salbuchi: Entiendo que sí. De hecho, la Argentina siempre estuvo a la vanguardia en nuestra región en la investigación y desarrollo de tecnologías nucleares. Todo esto se remonta a las acertadas políticas impulsadas por el ex-presidente Juan Domingo Perón quien, más allá de circunstanciales errores, siempre abogó a favor del Interés Nacional Argentino. Tan pronto como Carlos Menem llegó al poder en 1989, se inclinó ante la presión de George Bush padre y detuvo el acuerdo de cooperación nuclear que Argentina mantenía en materia de tecnología nuclear con la República Islámica de Irá.

Mientras tanto, los iraníes parecen haber sido capaces de sustituir esto con tecnología china, rusa y hasta alemana, de modo que el verdadero perdedor fue la Argentina, que perdió a un socio comercial leal y a un aliado estratégico que tenía en Irán. El encubrimiento inventado por la CIA, el Mossad israelí, la AMIA, la DAIA, los Kirchner y otros, pretende que creamos que el presidente Rafsanjani planeó el ataque a la AMIA en venganza porque la Argentina interrumpió el acuerdo de cooperación nuclear. Todo lo que puedo decirle es que eso es un montón de basura!

James Fetzer: ¿Qué similitudes encuentra usted con otros ataques en los EE.UU. del 11 de septiembre 2001, en Londres el 7 de julio de 2005 y en Madrid el 11 de marzo de 2006?

Adrian Salbuchi: Bueno, todos parecen tener la misma “huella digital”, por así decirlo. Como he dicho anteriormente:

- Estos eventos de bandera falsa todos tenían una casi perfecta realización técnica. O sea, los edificios que se quería destruir y colapsar, lo hicieron, lo que refleja una capacidad tecnológica y planificadora enorme;

- Pero todos dejaron “cabos sueltos” que resultaron imposibles de explicar de manera convincente, con lo que sus mentiras terminaron quedando burdamente develadas;

- Todos tuvieron episodios de pruebas plantadas artificialmente;

- Siempre murió “gente común” – o sea, trabajadores y empleados – mientras que los “altos mandos” – embajadores, directores generales, gobernadores, y multimillonarios – siempre parecen tener la “suerte” de estar fuera de los edificios en el momento oportuno, y,

- Por último, todos ellos servían para apoyar la “guerra global contra el terrorismo islámico”.

En síntesis, todos ellos se alinearon a la perfección con las necesidades circunstanciales de Israel y sus objetivos: todos tuvieron la cobertura mediática «correcta» y las explicaciones y justificaciones “políticamente correcta” que luego son repetidas hasta la saciedad. Yo considero que los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel pertenecen a la misma liga que los atentados de bandera falsa del 11 de septiembre, 7 de julio y 11 de marzo en Nueva York/Washington, Londres y Madrid, respectivamente [3]

James Fetzer: ¿Cómo se insertan estos dos ataques en una más amplia estrategia global por parte del poder sionista?

Adrian Salbuchi: Como ya lo he mencionado, los grupos de presión sionistas, otros grupos de poder y ciertas ONG forman parte de una red sumamente compleja e intrincada de una Red Global de Poder Privado que es discreta – mas no secreta – que parece haber estado dirigiendo el mundo en las últimas 6 o 7 décadas.

Me estoy refiriendo a quienes integran el CFR (Council on Foreign Relations), la Comisión Trilateral, el grupo Bilderberg, AIPAC, y el Congreso Mundial Judío, entre muchos otros, que incluye también a la AMIA y la DAIA en la Argentina. Es esta red de poder la que lleva a cabo la planificación a largo plazo para la elite del Nuevo Orden Mundial.

Vea usted el caso del CFR, por ejemplo: se trata de unos 4500 miembros de gente muy inteligente, especializada en una amplia gama de profesiones, todos dirigidos por un grupo compacto de la personalidades verdaderamente poderosas – los Rockefeller, Bush, Harriman, Schiff, Clinton, Warburg, Greenspan, Goldman Sachs, Forbes, Rothschild, Wolfowitz, y muchos, muchos otros.

La función del CFR consiste en ser un semillero que proporciona operadores clave y jóvenes prometedores para que integran los directorios y las gerencias como ejecutivos en las principales corporaciones estadounidenses (las S&P 1000) como directores generales y otros puestos clave. Pero también dirigen los principales bancos, y siempre dirigen los organismos multilaterales como el FMI, el Banco Mundial y la OMC, como así también el Banco de la Reserva Federal.

Cuando digo que ellos dirigen estas organizaciones, quiero decir que siempre hay algún miembro del CFR o la Trilateral a la cabeza de la organización y a cargo de sus áreas clave. Lo mismo ocurre en el ámbito de los medios de comunicación. Y también determinan los paradigmas «políticamente correctos» en la vida académica (a través de planes de estudio y en los trabajos de sus principales académicos en las más influyentes universidades).
Y, quizás, lo más importante de todo, miembros del CFR/Trilateral se encuentran sistemáticamente a cargo de los principales puestos del gobierno estadounidense en el ejecutivo, los Departamentos de Estado, Tesoro, Defensa, en la CIA, el FBI, la NSA, las embajadas clave, la justicia y en los puestos relevantes en el Congreso – independientemente de si son formalmente republicanos o demócratas. Por encima de todo, claramente rige la Red de Poder Global Privada.

James Fetzer: Esa es una acusación de gran alcance. ¿Podría explicar el razonamiento que la sustenta?

Adrian Salbuchi: Permítame explicarle esto de otra manera con una metáfora. A mi me gusta la música clásica, y cuando uno, por ejemplo, concurre al teatro para oír la Novena Sinfonía «Coral» de Beethoven, ¿qué vemos? Más de 100 músicos, 4 cantantes solistas, y otros 100 cantantes del coro sobre el escenario. Todos están listos para producir los sonidos correctos y la música compuesta por Beethoven. Sin embargo, antes de poder empezar, aparece un hombre en escena quién saluda brevemente, luego se pone de espalda a la audiencia y, con su batuta, hace que la magia de Beethoven pueda comenzar (…).

Este señor que se para en medio de la fosa de la orquesta es el director y él es quien puede oír exactamente cómo suenan todos y cada uno de los instrumentos y cantantes. Él es quién debe asegurarse que todo suene bien – de la manera cómo Beethoven quería que sonara. Y, ocurre a veces que los bronces tocan demasiado fuertes o los violines demasiado bajo, o algún cantante se pierde. Es entonces que el director de orquesta – pues de él se trata – debe asegurarse que los primeros violines, segundos violines, violas, violon-cellos, contrabajos, maderas, bronces, percusión, solistas y coro, hagan cada uno “lo suyo” en el momento justo, con el volumen adecuado, y todo en perfecta armonía.

Pero el director no hace las cosas a su antojo – ¡no, señor!. Él lleva todo a cabo según instrucciones precisas anotadas en un trozo de papel que contiene la partitura de la sinfonía de Beethoven, con instrucciones muy precisas en cuanto a ritmo, volumen, sentimiento, etc. En otras palabras, el conductor dirige exactamente lo que un hombre que murió en 1827 – Ludwig van Beethoven – quería que dirigiera (…).

Creo que esta metáfora ayuda a comprender mejor cómo funciona realmente el actual orden mundial: la contrapartida de cada grupo de instrumentos y cantantes son las corporaciones, los bancos, las agencias multilaterales, las organizaciones, los medios de comunicación, los puestos de gobierno, jefes militares, y así sucesivamente, que son quienes realmente manejan el mundo. El director de la orquesta sería aquí la compacta red de poder global de los think tanks, lobbies y grupos de presión. La partitura musical sería el plan a largo plazo que vienen impulsando los verdaderamente poderosos que dirigen este mundo desde hace largo tiempo.

Es una verdadera vergüenza, sin embargo, que en lugar de producir la belleza como lo hacen los músicos en mi metáfora beethoveniana, hayan creado un mundo monstruoso basado sobre la violencia, la injusticia, la codicia, la guerra, sangre, sudor y lágrimas!

James Fetzer: ¿Qué piensa la opinión pública argentina en la actualidad acerca de todo esto?

Adrian Salbuchi: ¡Poco o nada! Casi nadie entiende cómo funciona realmente el mundo! Y no sólo aquí. Lo mismo ocurre en los EE.UU., Europa y en casi todas partes. Por eso es tan importante despertar a la gente a esta realidad, incluso si tenemos que hacerlo uno por uno.

James Fetzer: ¿Cuál sería el lugar que le toca a la Argentina en el esquema del «Nuevo Orden Mundial»?

Adrian Salbuchi: Ah, se nos ha asignado un rol de proveedores de materias primas baratas – energía, minería, alimentos y agua – con algunos roles gerenciales locales para quienes deban administrar esta Argentina proveedora de materias primas y riquezas a favor del modelo de Nuevo Orden Mundial. O sea, siempre habrá lugar para una compacta y bien paga clase local gerenciadora.

Por ello, la Argentina ha sido mantenida artificialmente despoblada desde siempre. Hoy, tenemos el octavo mayor territorio del mundo, y sin embargo, nuestra población es de tan sólo 40 millones de personas. Deberíamos ser 140 a 240 millones!

Peor aún, el 80% de la población se encuentra hacinada en un puñado de mega-ciudades: Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Tucumán. Especialmente la parte sur de la Argentina – la Patagonia con sus casi infinito recursos petrolíferos, de minería y de agua potable – se encuentra casi deshabitada.

Los sionistas han puesto los ojos sobre la Patagonia – tanto en la parte argentina, chilena – desde hace ya muchos años, ya que probablemente sigan manteniendo el viejo plan de crear allí un segundo Estado judío. El fundador del sionismo, el Dr. Theodor Herzl, menciona esto en su libro “Un Estado judío”, publicado en 1896, que dio inicio al movimiento sionista. El título de uno de sus capítulos lo dice todo: se llama “¿Palestina o Argentina?” Dejo el resto librado a su imaginación.

James Fetzer: Usted ha esbozado un plan para la dominación global económica y militar. Estoy en lo cierto? y, en caso afirmativo, ¿qué podemos hacer al respecto? ¿A dónde vamos desde aquí?

Adrian Salbuchi: Si. Están decididos a crear formalmente un Gobierno Mundial que sustituirá a la actual Globalización. La globalización tiene todas las apariencias de un gobierno mundial, sin embargo, es aún informal.
«Los eventos por venir nos proyectan sus sombras hacia delante», decía el dramaturgo alemán Johann Goethe alguna vez. Hacerse una idea de lo que se viene, es en cierta manera como cuando tratamos de armar un rompecabezas, donde a medida que vamos uniendo las piezas, empieza a aparecer una imagen determinada.

Ahora bien, si cuando estamos haciendo esto se nos aparece una parte del cuadro que muestra la proa de un barco, no hay que ser ningún genio para darse cuenta que lo que nos falta es hallar las piezas que forman la proa de ese mismo barco. No buscaremos armar un tren o un caballo. Y toda pieza de color azul las moveremos hacia arriba pues probablemente formen partes del cielo y toda pieza de color verde la moveremos hacia abajo pues probablemente formen el pasto del suelo.

A medida que vamos haciendo esto, la imagen se hará cada vez más claro. Usted no necesita armar mas que el 60% de las piezas para tener una idea de toda la imagen. Se trata del arte de usar el sentido común y la intuición para deducir las partes de la imagen que aún falta completar. Pues lo mismo ocurre cuando pretendemos desentrañar y comprender cómo funciona este Nuevo Orden Mundial: no es necesario tener todas las piezas colocadas en su lugar para entender cómo es toda la imagen. Basado en esto, yo digo que lo que se viene será un Gobierno Mundial FORMAL público, dependiente de instancias superiores privadas.

Me imagino que tendrá varios centros especializados clave: Nueva York (como Capital Financiera del Mundo), Washington DC (como capital administrativa militar de una fuerza armada mundial), Londres (como la capital política, el «cerebro del mundo» lo llamo yo, y Londres siempre lo ha sido), Roma (o más bien, el Vaticano, como la «Centro Ecuménico Religioso Global», lo que explicaría por qué muchos clérigos decadentes seguidores de Joseph Ratzinger se muestran tan ansiosos de integrarse de manera «políticamente correcta» dentro del Nuevo Orden Mundial), y finalmente Jerusalén será la «Capital Espiritual» del mundo, donde los sionistas pretenden que el Globierno Mundial realice su sueño milenario de entronizar al «Rey del Mundo».

Hay muchos fanáticos fundamentalistas que quisieran que esta “profecía” se torne en «realidad», y hace que muchos cristianos sionistas en los EE.UU. lo enlacen con la «Segunda Venida». «La prueba» de ello, dicen, es el retorno de los judíos a Israel. Ahora, les falta (re)construir el Tercer Templo de Salomón. El problema es que la Mezquita de la Roca, uno de los santuarios más importante del Islam, se encuentra sobre ese sitio.

¿Me pregunto si no habrá otra oportuna bomba en camino hacia esos lugares?

James Fetzer: Adrian, no puedo agradecerle lo suficiente por venir al show para hablar de estos acontecimientos, que, en mi opinión, arrojan luz sobre una serie de eventos relacionados en los Estados Unidos y otros países. Debemos entender que debemos mantenernos libres de la manipulación por parte de fuerzas que pretenden controlarnos.

Para más datos sobre las investigaciones de Adrian Salbuchi, visite sus sitios web en www.asalbuchi.com.ar y www.eltraductorradial.com.ar. Para aquellos que quieran ponerse en contacto directo, su correo electrónico es salbuchi@fibertel.com.ar.

Este artículo fue extraido de Volairenet.org,

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