miércoles, 9 de diciembre de 2009

La sinarquía XVI

Por: Guillermo Terrera

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ALGUNOS GRUPOS SOCIALISTAS NO PERTENECÍAN AL SIONISMO SINÁRQUICO

Ciertas fracciones del socialismo de la ciudad de Buenos Aires, por esos mismos años de 1900-1925, tampoco recibían órdenes de Moscú o del gobierno sinárquico universal, porque fueron agrupaciones nacionales, desprovistas de todo sentido sectario, fanático, mesiánico o excluyente. Esos grupos se integraron con españoles, italianos y unos pocos criollos argentinos y algún judío, desprovisto de toda ideología sionista sinárquica.

Ésa es la razón por la cual, esos grupos socialistas nacionales, diremos así, se oponían a todo intento de penetración imperialista a través del idish, de las minorías pseudo-raciales, del fanatismo o de la exclusión biológica y cultural, como hemos explicado en páginas anteriores, que trataban de concretar las fuerzas sionistas bolcheviques al servicio de los intereses del gobierno universal.

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BOLCHEVIQUES SINÁRQUICOS DE RELIGIÓN MOSAICA

En el territorio ruso este fenómeno social tuvo extraordinaria importancia, pues sus mentores fueron realmente fanáticos, mesiánicos e intransigentes. Esta compenetración entre el marxismo y la fe hebrea comenzó en Rusia por los años 1880 y se mantuvo con caracteres notables hasta 1932 aproximadamente. El marxismo fue para ellos como una religión más, agregada a sus ritos y creencias, por cuanto Carlos Marx, tampoco pudo escapar a su mesianismo filosófico.

El capitalismo europeo, especialmente el británico y el alemán en manos de la Sinarquía, llevaban a Lenín en un tren blindado, para que dirigiera las operaciones revolucionarias en Rusia. En dicho tren, el vagón que transportaba a Ulianoff-Zedernbaum, nombre verdadero de Lenín, que profesaba la fe mosaica, iba sellado, para evitar cualquier interferencia. Ulianoff pertenecía a una logia masónica secreta de Suiza, que trabajaba desde fines del siglo XIX, para el Gobierno Universal.

León Trotsky, llamado en realidad Bronstein, era también de religión hebrea. Durante la revolución bolchevique en Rusia, de los 457 jefes que desatan el terror en dicho país, la cantidad de 422 son de fe mosaica y sólo 35 no pertenecen a dicha creencia religiosa. El porcentaje es por demás elocuente.

El dirigente sionista Marcus Kohen, escribía en el periódico "Der Kommunist" que se editaba en la ciudad rusa de Charkov, el día 12 de abril de 1919 que: "... Puede decirse sin exageración que la gran revolución social rusa ha sido obra de los judíos y que éstos, no solo han dirigido el movimiento, sino que han ayudado a la causa de los soviets...".

En otro diario sionista de la época también se lee: "... la revolución rusa es una revolución judía, una crisis en la historia del judaismo. Es una revolución judía, porque Rusia es el refugio de la mitad de los judíos del mundo entero...". Recordemos como en el año 1917, el 57 por ciento de la composición del gobierno ruso está en manos sionistas.

Fueron jerarcas del gobierno sinárquico bolchevique, entre muchos otros, los siguientes: Lenín, Kerensky, Rodzianko, Naklamkes, Stievklow, Apfelbaum, Fürstenberg, Gourevitch, etc. y ya más cercanos a nuestros tiempos, los dirigentes José Stalin, cuyo patronímico era en realidad Djugasvili, Breznev, Kaganovich, Kruschev, etc. Así también fueron judíos sionistas, los ideólogos Carlos Marx, luego convertido al protestantismo, Hegel, Engels, Fromm, Freud, etc.

Estrabón de Amasia dijo hace aproximadamente 2.000 años: "... Es difícil encontrar un sitio en el mundo donde habiten judíos que no concluya por caer bajo su dominio...". El romano Cicerón en su oración llamada "Pro-Flacco", refiriéndose a los judíos, tan numerosos en el imperio romano manifestaba: "... Cómo se ayudan entre ellos y cómo son poderosos en las asambleas, por su unidad...". Explicando el universalismo de los sionistas, el autor Bonsirven, dice: "... Un pueblo de Dios, un pueblo celosamente separado por las otras naciones que son idólatras y corrompidos. Que no conoce enemigos entre los hombres de su misma sangre. Esta constitución que las exigencias de la época hacen particularista, está dispuesta para abrirse a un universalismo sin límites: Un solo Dios y un solo pueblo". Desgraciadamente ese Dios es el de ellos y no otro, es Yavé y ese pueblo elegido, incorrupto, es el pueblo hebreo.

Este universalismo israelita se abre paso cada vez con más conciencia en la prédica de sus profetas. Un reino universal que llegará con la expansión de Israel, con la sinarquía sionista, a través del marxismo bolchevique y del capitalismo internacional, en las grandes empresas multinacionales. El propio Ernesto Guevara comprendió, demasiado tarde, la magnitud del problema, con sus pinzas de Washington y Moscú; por ello salió a combatirlo, cuando ya habían resuelto liquidarlo en Bolivia. La presencia de Guevara en Cuba, comprometía las relaciones de Fidel Castro con la sinarquía bolchevique.

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LA PENETRACIÓN SIONISTA EN EL ACTUAL PROCESO SOCIAL ARGENTINO

Después de las lentas e insignificantes migraciones judías en el Río de la Plata, acaecidas en los siglos XVIII y XIX, se produce una entrada masiva de inmigrantes rumanos, polacos, húngaros y alemanes de religión mosaica, entre los años 1945 a 1954. Son los tiempos que le siguen a la Segunda Guerra Mundial y esa inmigración, penetra a la Argentina sin documentación y en complicidad con los gobiernos de turno.

En la década del sesenta, también ingresan al país nutridos contingentes de fe judía. Asi llegan a concretar en los últimos treinta años, una población de aproximadamente 2.500.000 personas, lo que equivale a un diez por ciento de la población total de la República Argentina. En ese breve tiempo, han logrado centralizar gran parte del poder económico, ciertas profesiones universitarias y un gran dominio por vía directa o indirecta del poder político.

El sionismo, mediante maniobras, estrategias y apoyo de adentro y de afuera, logró en poco más de treinta años, lo que italianos, españoles, árabes, alemanes, franceses o polacos, no pudieron realizar en mucho más espacio de tiempo. Este copamiento meteórico de la riqueza nacional por el sionismo, se debió a las siguientes prácticas desleales:
Quiebras fraudulentas Evasión fiscal
Contrabando de oro Comercio insensible
Vaciamiento de empresas Usura
Mercado negro Deterioro del signo monetario

De este sencillo pero real análisis, advertimos que han logrado copar en cierta medida el poder económico y como este grupo de autosegregados lentamente absorbe carreras profesionales como psicología, farmacia, filosofía, ciencia de la información, medicina, etc., proliferando asimismo libros, conferencias, obras de teatro, revistas y filmes cinematográficos de evidente carácter segregativo y de neta propaganda sionista. Ejemplo de ello lo configura la película llamada Los Gauchos Judíos, filmada en Campo de Mayo, que no resiste a la menor crítica.

El gaucho es un tipo étnico, social y cultural exclusivamente argentino, nacional, como los cosacos del Jubán en Rusia, los Berberiscos árabes, los llaneros de Venezuela o los propios vaqueros norteamericanos. Sería la paradoja de que los gauchos coman arenques, se vistan de frac o smoking y viajen en lujosos vagones ferroviarios, en vez de comer asados, charqui, zapallo, locro y vestirse de bombachas y botas, para cabalgar días enteros en sus caballos criollos. Estos golpes bajos a nuestra grandeza histórica y tradicional, se realizan con gran aparato publicitario, porque llevan las consignas de destruir al Ser Nacional de los Argentinos.

Estos ataques directos crean bases de sustentación, para luego transformarlas en polémicas y adjudicarse derechos inexistentes o arbitrarios, que más tarde se convierten en argumentos para justificarse en su dominación.

El hebreo que se autosegrega, manda a sus hijos a Israel a hacer el servicio militar, cuando son nacidos en la Argentina y que ejercen sus profesiones o envían el fruto del sacrificio argentino a Tel Aviv, París, Zurich o Amsterdam. Tanto los argentinos como los propios judíos no-segregados, no pueden precisar con exactitud la manera en que la cúpula sionista maneja a los judíos, colocándolos en las más contradictorias posiciones, desde un extremo en que son banqueros, financistas, industriales o comerciantes obedientes a su política o en el otro extremo, se mueven en posiciones diametralmente opuestas. El común denominador de estas controvertidas situaciones es el mismo: poner en peligro a la Argentina, nación jóven y fuerte que no odia a ningún pueblo de la Tierra y que solo ansía su grandeza y felicidad.

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