miércoles, 8 de julio de 2009

Bilderberg y la guerra de las Malvinas

Del libro “El Club Bilderberg” de Daniel Estulin

El Club Bilderberg tiene ya el poder y la influencia necesaria para imponer su política en cualquier nación del planeta, Es decir, controla al presidente de los Estados Unidos, al primer ministro de Canadá, a los principales medios de comunicación del mundo libre, a los políticos, financieros y periodistas más importantes, a los bancos centrales de los principales países, a la Reserva Federal de los Estados Unidos y su suministro de dinero, al FMI, al Banco Mundial y a las Naciones Unidas y destruyen a cualquiera, grande o pequeño, que se oponga a sus planes de construir un Nuevo Orden Mundial, como demostraré con numerosos ejemplos que ponen la piel de gallina.

Jan Ronson escribió un libro titulado Adventures with Extremists (Picador, 2001), en el que describe cómo durante la guerra de las Malvinas el gobierno británico pidió que se aplicaran sanciones internacionales contra Argentina, pero se encontró «con una dura oposición. En un encuentro Bilderberg en Sandefiord, Noruega, David Owen, miembro del Parlamento británico, pronunció un encendido discurso a favor de las mismas. Ese discurso torció muchas voluntades. Estoy seguro de que muchos ministros de Asuntos Exteriores volvieron a sus países para transmitir el mensaje de Owen. Por supuesto, las sanciones llegaron». La hermosa historia de la cooperación internacional entre países es simplemente una falsedad. La realidad es mucho más macabra, con muchos muertos «desparramados en el camino de los universalistas».

La guerra de las Malvinas, un conflicto totalmente manufacturado entre una «nación agresora», la dictadura de Argentina, y un país «amante de la libertad», Gran Bretaña, dio al Nuevo Orden Mundial la oportunidad de mostrar su impresionante arsenal y así advertir a cualquier nación de las consecuencias de no someterse totalmente.

«El sometimiento del Gobierno argentino, seguido del caos económico y político de la nación, estuvo planeado por Kissinger Associates, en asociación con lord Carrington»,22 según confirman mis propias fuentes de investigación, en este caso uno de los principales agentes del MI6 convertido ahora en un cruzado anti Nuevo Orden Mundial.

La operación argentina fue diseñada por el Instituto Aspen de Colorado que, a su vez, está controlado por los Rockefeller. Si la caída del sha de Irán tuvo que ver con el comercio de drogas, en la guerra de las Malvinas el asunto tenía que ver con la energía nuclear y el necesario objetivo de los bilderbergs de conseguir el crecimiento cero. El objetivo del Club es desindustrializar al mundo mediante la supresión del desarrollo científico, empezando por Estados Unidos.

Por eso, no le convienen los experimentos sobre fusión como posible fuente de energía nuclear. Como dice otra vez John Coleman en Committee of 300, «el desarrollo de una fuente de energía como la fusión nuclear no interesa, ya que echaría por la borda el argumento de los "recursos naturales limitados". Esta fuente de energía, debidamente empleada, podría crear recursos naturales ilimitados a partir de sustancias ordinarias. El beneficio para la humanidad rebasa la comprensión del público».23

¿Por qué los seudodefensores del medio ambiente financiados por las multinacionales odian tanto la energía nuclear? Porque las centrales de energía nuclear podrían producir electricidad abundante y barata, «lo cual es clave para sacar a los países del Tercer Mundo de la pobreza».

Coleman explica que «los países del Tercer Mundo se independizarían gradualmente de Estados Unidos, ya que no necesitarían ayuda externa. Esto les permitiría afirmar su soberanía».

Menor ayuda externa significa menor control externo de los recursos naturales de un país y mayor independencia de su pueblo. La idea de que los países se manejen por sí mismos simplemente les revuelve el estómago a todos los miembros del Club y a sus adláteres.

Los bilderbergs vieron que sus planes de crecimiento cero posindustrial se iban a pique y decidieron «dar una lección ejemplar a Argentina y los demás países latinoamericanos. Debían olvidarse de cualquier idea de nacionalismo, independencia e integridad soberana».24

La elección de Argentina no fue casual. Se trata del país más rico de Sudamérica y proporcionaba tecnología nuclear a México, lo cual disgustaba a los miembros del Club. La guerra de las Malvinas acabó con esa colaboración. Sin duda, es mucho mejor tener a México como fuente de mano de obra barata que como un interlocutor comercial al mismo nivel.

Debido al constante bombardeo de propaganda negativa, pocos estadounidenses se dan cuenta de que Latinoamérica es un mercado potencial muy importante para Estados Unidos. Allí pueden vender de todo, desde tecnología a bienes industriales pesados. Como John Coleman afirma indignado, «actividades que dan trabajo a miles de estadounidenses y que inyectan dólares a todo tipo de empresas»25

22. (Dr. John Coleman, Conspirator's Hierarchy: The Story of the Commitee 01300, America West Publishers, 1992.)

23. ídem.

24. ídem.

25. ídem.

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