viernes, 13 de febrero de 2009

Expandiendo Conciencias III

MARX AL DESNUDO III


“Está claro que mientras alguien controle la provisión de oro y sólo sobre éste pueda crearse dinero, ese alguien controlará el monopolio del dinero.”
J Bochaca.

“No son las condiciones económicas las que determinan las relaciones sociales, sino que, por el contrario, son los conceptos morales los que determinan las relaciones económicas. Aquella moralidad que predomina en la vida del pueblo determina también la economía... El derecho que vive en el pueblo, determina la economía, y es su propia sangre y su espíritu vital.” (Kohler


“la formación de riqueza de un pueblo se produce por el camino de aplicar con persistencia la fuerza de su trabajo” (Kohler).


Para el caso en que todavía no se termine de entender la finalidad del patrón oro , abajo se inserta una explicación del español Joaquín Bochaca , extraído de su libro : “El enigma Capitalista” ; téngase en cuenta que, hoy día el patrón oro ha sido reemplazado por el patrón dólar , pero esto no cambia la situación sino , por el contrario , la hace todavía más especulativa y usuraria.

El sistema del Patrón Oro :

"se fundamenta en la regla de que, cuando sale dinero de tal país, debe ser retirada de la circulación interior una cantidad de dinero del tal país igual al importe del oro que ha salido. Es decir, que una exportación una salida de oro, - provoca que el Banco Central "retire" de la circulación interior billetes de banco por valor de esa salida, con lo cual se verá obligado a reducir préstamos (los "depósitos en el Banco Central") a los bancos privados, que, a su vez, deberán cancelar o reducir préstamos hechos a la industria local, y se producirá una deflación en el mercado doméstico. En otras palabras, cuando un país debe usar el Patrón Oro para saldar su balanza comercial llamada técnicamente Balanza de Pagos , se produce una contracción de la cantidad de dinero en ese país, igual a la cantidad de oro perdido.
Sabemos que la demanda, o poder adquisitivo del mercado interior de un país depende de los créditos abiertos por los bancos a los industriales, agricultores y ganaderos del País en cuestión. Pero los créditos son o mejor dicho, hacen función de dinero, y la cantidad de dinero existente en un país, como ya se ha dicho depende de la cantidad de oro existente en el Banco Central de ese país. Así se consigue que el poder adquisitivo deba depender de la cantidad de oro existente en los cofres del Banco Central. Si, de acuerdo con las leyes del retorcido sistema, debe salir oro de un país para pagar un exceso de importaciones sobre las exportaciones, se reducirá, en tal país el volumen del dinero, de acuerdo con el siguiente ciclo:
A. Bajará el volumen de los créditos bancarios.
B. En consecuencia, bajará el volumen de la producción.
C. lógicamente se reducirán los beneficios industriales, los salarios de los obreros y los dividendos de los accionistas,
D. también lógicamente, se reducirá la capacidad adquisitiva y, por vía, de consecuencia
E. bajarán los precios de los productos.
Y entonces se produce un círculo vicioso. La baja en los precios de los productos es la causa de bajas en los salarios y, de retrueque, en la capacidad adquisitiva
Es decir, que se ha urdido un sistema mediante el cual cuando el oro debe salir de un país, deben también reducirse los precios de los artículos de consumo y bajar los salarios. Un inciso muy importante: No es necesario que los precios bajen en valores absolutos, sino en el índice del costo de lo vida. Es muy posible que los Gobiernos, asustados por el desconcierto popular, decreten subidas políticas de salarios, que no son más que cataplasmas para salir del paso como ocurre, especialmente en España aunque el resultado final es, fatalmente una baja de precios. En todo caso esta reducción de precios hace más atrayentes más comerciales, o más vendibles - los productos de ese país, a causa de su baratura; en lógica consecuencia, las gentes de los demás países los compran en mayores cantidades, y así aumenta el volumen de las exportaciones. El país en cuestión se encuentra ahora, con la Balanza de Pagos equilibrada, o incluso favorable y en condiciones, por lo tanto, de recibir oro.

Es decir que, en principio, el “juego” del Patrón Oro se compensa, o, si se quiere, se corrige a sí mismo. Supongamos que entra oro en un país: en tal caso, aumenta el dinero en circulación, aumentan los créditos bancarios de la Producción; aumenta la Producción, aumenta la demanda y suben los precios. En consecuencia, deben subir también los salarios, hasta que se llega a un punto en que los productos resultan demasiado caros para competir en los mercados extranjeros.
De tal manera pretenden los panegiristas del Patrón Oro se consigue una uniformidad y estabilidad de precios en todo el mundo. Pero esto no es así, como demuestran los hechos. PORQUE LOS DUEÑOS DEL ORO CONSERVAN LEGALMENTE LA LIBERTAD DE RETIRARLO DE LA ClRCULACIÓN CREANDO UNA ESCASEZ MUNDIAL. TambIén puede darse el caso de un descubrimiento de nuevos yacimientos de oro en cualquier parte. El sistema del Patrón Oro no tiene nada previsto ante tales contingencias. En última instancia, puede demostrarse experimentalmente que ninguna falta hace el Patrón Oro para mantener los precios y los salarios estables".

Es importante entender el sistema del patrón oro , por ello es que insistimos tanto, y justamente por eso decimos que Marx fue un tramposo , supo observar con extrema agudeza la evolución industrial , partiendo del rudimentario industrialismo inglés , existente durante su época, al existente hoy día , avizoró contradicciones en el Capitalismo que fueron correctas , pero en su análisis del dinero no marcó ninguna contradicción en el mismo. El comercio, la circulación del dinero son para Marx consecuencia del sistema productivo capitalista, mientras que las finanzas para Marx simplemente no existen.... El gran revolucionario se convierte en el gran reaccionario cuando de finanzas se trata....
Es a partir de esta trampa reaccionaria que el Señor Kissel Mordecai impuso en su teoría la división nacional, el odio entre el trabajador y el burgués, la famosa lucha de clases por ser la lucha por la plusvalía. Hábilmente desvió la atención de la usura bancaria para trasladarla al explotador burgués. La plusvalía es una falacia, pero una situación es afirmar su falsedad y otra probarla. Esto último es lo que haremos, probar la falacia de la plusvalía , así los utopistas bien intencionados puedan sepultar el engaño al que han sido expuestos.
Marx denomina plusvalía al excedente obtenido en las transacciones comerciales , dicho excedente según Marx representa la fuerza de trabajo del obrero el cual le es arrebatada por el dueño de la fabrica y de la maquinaria , es decir el poseedor del dinero, el Capitalista .

Veamos como ejemplo al propio Marx en su libro “El Capital”:

“Las sumas de dinero sólo se distinguen por su magnitud. Por tanto, el proceso D – M – D no debe su con¬tenido a ninguna diferencia cualitativa entre sus dos polos, pues ambos son dinero, sino simplemente a una diferencia cuantitativa.. El proceso acaba siempre sustrayendo a la circulación más dinero del que a ella se lanzó. El algodón comprado por 100 libras ester¬linas se vende, por ejemplo, por 100 + 10, o sea por 110 libras esterlinas. La fórmula completa de este proceso es por tanto: D – M – D’, donde D’ = D +  D, o lo que es lo mismo igual a la suma de dinero primeramente desembolsada más un incremento. Este incremento o excedente que queda después de cubrir el valor primitivo es lo que yo llamo plusvalía (surplus value). Por tanto, el valor primeramente desembolsado no sólo se conserva en la circulación, sino que su magnitud de valor experi¬menta, dentro de ella, un cambio, se incrementa con una plusvalía, se valoriza. Y este proceso es el que lo convierte en capital.”



Marx descubre en la fórmula D M D' (Dinero Mercancía Más Dinero) una contradicción , la cual intenta justificar mediante la plusvalía arrancada al trabajador, negando al Dinero como factor de poder. El Dinero creado a partir del propio Dinero K Marx le denomina plusvalía, mientras otros autores le denominan beneficio y los capitalistas le llaman rentabilidad ; sin embargo para otros autores como Silvio Gesell o Gottfried Feder , la plusvalía es el equivalente al interés. :

“yo, por mi parte, para resolver la contradicción encerrada en la fórmula D M D' de Marx, no tendré necesidad de tal serie de „eslabones intermediarios“y acusaré directamente al interés como culpable, y lo haré en forma convincente para todo el mundo. Descubriré que la fuerza de la fórmula D M D' se encuentra en el mismo proceso de intercambio. Demostraré que el dinero tradicional, en la forma como lo hemos recibido de nuestros antepasados, no es ningún „equivalente“, sino que no puede menos que circular de acuerdo a la fórmula D M D' y que todo pueblo que acepte ese dinero, para fomentar la división del trabajo y facilitar el intercambio de los productos, necesariamente debe caer en las garras del capitalismo, o sea en la esclavitud del interés.” S .Gesell

“El Mammonismo es la grave enfermedad que todo lo alcanza e invade, de la cual padece nuestro actual modo civilizado y , más aun , toda la humanidad.
Es una epidemia devastadora, como un veneno corrosivo, que ha hecho presa de todos los pueblos de la tierra.
Por Mammonismo ha de entenderse: Por una parte, el poder mundial del dinero, la potencia financiera supraestatal reinante por sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos, la así llamada Internacional Dorada y, por otra parte, una disposición del espíritu que se ha adueñado de amplios círculos populares: El ansia de lucro insaciable, una concepción de la vida orientada exclusivamente a los valores materiales, que ya ha conducido y continuará conduciendo a una alarmante caída de todas las normas morales.
Esta cosmovisión llevada al paroxismo esta corporizada en la plutocracia internacional.
La principal fuente de energía del Mammonismo es la que proviene, sin esfuerzo y sin creación de bienes, del interés.” G Feder.



Antes de proseguir incorporamos el siguiente texto elegido debido a su simpleza en las explicaciones dadas con respecto al DINERO y el INTERES dentro de la concepción marxista , su autor Silvio Gessell nos lo explica en su obra de tres tomos : “El orden económico Natural” :

.”Robinsonada (1)


Robinson habíase propuesto construir un canal, por cuya razón debía asegurarse las provisiones necesarias para los tres años que duraría el trabajo. Sacrificó cierto número de cerdos, y ensaló su carne. En seguida excavó un pozo para llenarlo con trigo, que cubrió cuidadosamente. Las prendas de vestir, que había confeccionado de pieles curtidas de ciervo, las encerró en un cajón, agregándoles antes una glándula de zorrino para protegerlas contra la polilla. En una palabra: hizo lo posible según su entender, para hallarse bien provisto para los próximos tres años.

Ahora bien; mientras revisaba su último cálculo, para ver si su „capital“ en realidad respondería a la empresa que se había propuesto, vio que estaba acercándose un hombre:

- ¡Hola! - exclamó el forastero. Mi barco se hundió aquí cerca, y a duras penas he conseguido salvarme en esta isla. ¿Podrías facilitarme algunas provisiones, hasta que haya cultivado un terreno y cosechado algo?

Al oír esto, los pensamientos de Robinson volaron rápidamente de las provisiones al interés, y a la gloria de la vida de rentista. No titubeó en decir que sí.

¡Magnífico! exclamó el náufrago , mas quiero advertirte que no pago intereses. Antes prefiero vivir de la caza y de la pesca. Mis creencias me prohíben tanto dar como tomar intereses.

R: Bonita religión la tuya. Pero ¿en qué te fundas para suponer que yo voy a prestarte mis provisiones, si no me quieres pagar ningún interés?

N: En tu egoísmo, es decir, en tu propia conveniencia, Robinson; mi propuesta te reportará ventajas bien entendidas, y no pocas.

R: Esto tendrás que demostrármelo, amigo. Debo confesarte que no alcanzo a comprender cómo podría beneficiarme prestándote mis provisiones sin interés.

N: Te lo demostraré, y cuando te hayas convencido, no sólo me harás el préstamo en las condiciones que te pido, sino que todavía me quedarás muy agradecido. Ante todo, necesito vestirme; pues, como habrás notado, estoy poco menos que en cueros. ¿Tienes ropa?

R: Aquel cajón está lleno hasta el tope.

N: Pero, amigo Robinson, ¿a quién se le ocurre guardar en cajones tan clavados ropa de pieles, el manjar favorito de las polillas? Esas prendas hay que airearlas con frecuencia y engrasarlas, de lo contrario se endurecen y se agrietan.

R: Tienes razón; pero, ¿dónde quieres que las guarde? ¿Acaso en este armario, para que a las polillas se agreguen las lauchas y las ratas?

N: Sin embargo, las ratas habrían entrado bien pronto en el cajón. Mira, allí ya han empezado a roer la madera.

R: De veras; no sé como librarme de esta plaga.

N: - ¿No lo sabes? Y dices que has aprendido a calcular? Te voy a decir cómo en mi país las personas en tu situación se defienden contra lauchas, ratas y polillas, ladrones, y hasta contra roturas, polvo y moho: Préstame esa ropa, y yo me comprometo a confeccionarte ropa nueva, tan pronto la necesites. De este modo recibirás la misma cantidad de vestidos que me entregaste; pero por ser nuevos, de mejor calidad; porque si los guardaras en este cajón, los sacarás viejos y apestando a zorrino. ¿Te conviene el trato?

R: Sí, amigo; convengo en cederte mi cajón de ropa, pues reconozco que me es ventajoso hacer este préstamo aun sin intereses. (2)

N: Muéstrame ahora el trigo. Necesito de él tanto para sembrar como para hacer pan.

R: Lo tengo bajo tierra en aquella loma.

N: ¡Cómo! ¿Has enterrado el trigo por tres años? ¿Y la humedad? ¿Y el gorgojo?

R: Lo sé; pero, ¿qué voy a hacer? Créeme, lo he pensado mucho, sin que haya encontrado mejor solución para guardarlo.

N: Agacha un poco la cabeza. ¿Ves esos insectos que saltan en la superficie? ¿Y el moho que está formándose ahí? ¡Debes apresurarte a ventilar tu trigo si quieres salvarlo!

R: ¡Es para desesperar con este capital! Si supiera cómo defenderme contra esas mil y una fuerzas destructivas de la naturaleza.

N: Yo te voy a decir, Robinson, lo que se hace en mi tierra. Nosotros construimos un galpón seco y aireado, depositando el trigo sobre el suelo bien entarimado. Regularmente, cada tres semanas, lo removemos cuidadosamente con palas para ventilarlo. También mantenemos una cantidad de gatos, colocamos trampas contra las ratas y finalmente aseguramos todo contra incendio, y de ese modo logramos que la pérdida anual en calidad y peso no pase del 10%.

R: ¡Date cuenta! ¡Cuánto trabajo, cuántos gastos!

N: Te arredra el trabajo y no quieres gastar? Muy bien; entonces te voy a decir lo que debes hacer: Préstame tu trigo, y yo te lo devolveré de la nueva cosecha, kilo por kilo y bolsa por bolsa. Así te ahorras el trabajo de levantar el galpón, de remover el trigo y de mantener gatos; no pierdes nada en peso y en lugar de grano viejo tendrás siempre pan fresco y sustancioso. ¿Aceptas?

R: Sí, de mil amores.

N: ¿Quiere decir que me prestas tu trigo sin interés ?

R: Desde luego; sin interés y agradecido.

N: Bueno; pero no necesito todo; me basta una parte.

R: ¿Y si te ofrezco todo a condición de que me devuelvas solamente nueve bolsas por cada diez recibidas?

N: Agradezco la proposición; pero eso también sería trabajar con interés, aunque negativo. Capitalista sería, en tal caso, el prestatario en lugar del prestamista. Mi credo, empero, me prohíbe la usura, es decir, tanto el interés positivo como el negativo. En cambio, te propongo confiar tu reserva de trigo a mi custodia. Yo construiré el galpón y me ocuparé de todo lo referente a la conservación del grano. Al final del año retribuirás mi trabajo con dos bolsas de cada diez. ¿Convenido?

R: A mí me es indiferente que consideres tus servicios como usura o como jornales. Yo te entrego diez bolsas y tú me devolverás ocho. De acuerdo.

N: Pero necesito aun otras cosas: un arado, un carro, herramientas. ¿Quieres prestarme eso también sin interés? Te prometo devolvértelo todo tan flamante como lo he recibido.

R: Naturalmente, acepto tu propuesta; porque todas estas existencias sólo me dan trabajo ahora. Hace poco se desbordó el arroyo, inundando el galpón, cubriendo el piso de agua y lodo. Luego, un ventarrón se llevó el techo, quedando todo a la intemperie. Y ahora, que el tiempo es bueno, el viento llena el galpón de polvo y arena. Parece que todo se hubiera confabulado contra mi capital: herrumbre, putrefacción, roturas, sequía, sol, oscuridad, humedad, carcomas y hormigas. Menos mal que aquí no hay ladrones ni incendiarios. ¡Cuánto me alegro de haber hecho este convenio de préstamo, que me permite tener disponibles para más adelante todas mis cosas en perfectas condiciones, sin trabajo, sin gastos y sin pérdida alguna.

N: Quiere decir, que reconoces ahora cuán ventajoso es para ti cederme tus bienes en calidad de préstamo sin interés. (3)

R: Lo reconozco francamente. Sin embargo, ¿quisiera saber por qué razón en mi país tales provisiones producen interés a su propietario?

N: Tendrás que buscar la explicación en el dinero, que allí facilita tales negocios.

R: ¡Cómo! ¿La causa del interés estaría en el dinero? No puede ser. Atiende a lo que dice Marx del dinero y del interés: „El trabajo humano es la fuente del interés (plusvalor). El interés, que convierte el dinero en capital, no puede proceder del mismo dinero. Si es verdad que el dinero es un medio de cambio, entonces no hace otra cosa que pagar los precios de las mercancías que se adquieren con él, y si como tal permanece inalterado, no puede aumentar de valor. De ahí que el plusvalor (interés) debe proceder de las mercaderías adquiridas, que se venden a mayor precio. Esta alteración no puede tener lugar ni en la compra ni en la venta, porque en estas dos operaciones se cambian valores equivalentes. Queda en pie entonces sólo una hipótesis, de que el cambio de valor se efectúa por el uso de la mercadería después de su adquisición y antes de su reventa.“ (Marx: „Capital“, Capítulo 6).

N: - Dime, Robinson, ¿desde cuándo te encuentras en la isla?

R: - Desde hace 30 años.

N: - Se conoce. Te refieres todavía a la teoría del „valor“. Eso, mi querido Robinson, ha terminado. La teoría del „valor“ ha muerto. Ya no hay quien la defienda.

R: - ¿Dices que la teoría marxista del interés haya muerto? No puede ser. Y suponiendo que no hubiera ya quien la sostenga, yo lo hago.

N: - Bien, ¡defiéndela! Pero no lo hagas con palabras sino con hechos. Si quieres hacerlo frente a mí, entonces renuncio al convenio que acabamos de celebrar. Tus provisiones, por su esencia y objeto, pueden considerarse como la cristalización de lo que comúnmente designamos con el nombre de „capital“. Te invito a presentárseme como capitalista. Yo necesito de tus cosas. jamás obrero alguno se ha acercado a un empresario tan desnudo como yo. Nunca la relación exacta entre el poseedor del capital y el que lo necesita, se ha planteado en forma tan evidente como en nuestro caso. ¡Intenta, pues, obtener de mí algún interés! ¿Quieres que empecemos el trato de nuevo? (4)

R: - Renuncio a ello. Las ratas, la polilla, la herrumbre han minado mi poder capitalista. Pero, dime, ¿cómo te explicas todo esto?

N: - La explicación es sencilla. Si en esta isla existiera un sistema monetario y yo, como náufrago, necesitara un préstamo, tendría que dirigirme a un prestamista, para adquirir las cosas que acabas de prestarme sin interés. Pero ante este prestamista, a quien no apremian ni las ratas, ni la polilla, ni la herrumbre, ni el fuego, ni las goteras del techo, no puedo presentarme como lo hice ante ti. La pérdida que siempre va ligada a la posesión de mercancías, (mira, el perro se lleva ahí una de tus pieles, es decir, una de los mías), ésta la sufre tan sólo quien las tiene que guardar, nunca el prestamista. A él no le atañen tales preocupaciones, ni las pruebas convincentes con que supe enternecerte. Tú no has cerrado el cajón de las pieles, cuando te denegué rotundamente el pago de intereses. La naturaleza de tu capital te hizo accesible a continuar tratando conmigo. En cambio, el capitalista monetario me cierra la caja de hierro en las narices, cuando le digo que no pago intereses. Yo, en realidad, no necesito el dinero mismo, sino las pieles que pueda comprar con él. ¡Las pieles me las entregas sin interés, en cambio por el dinero, que necesito para comprarlas, debo pagar interés!

R: Vale decir, que la causa del interés la habría que buscar, en realidad, en el dinero, y que Marx también estaría en un error, cuando dice: „Es en el capital comercial, propiamente dicho, donde aparece más pura la fórmula: Dinero Mercancías Más Dinero, lo que significa: Se compran las mercaderías para venderlas más caro. Por otra parte el movimiento del capital comercial se desenvuelve enteramente dentro de la esfera circulatoria. Pero siendo imposible buscar en la circulación misma la causa de la transformación del dinero en capital, resulta que el capital comercial, cuando se cambian equivalencias, sólo sea deducible del doble perjuicio que sufren los productores, como pretenden en la adquisición y la venta de mercaderías por el comerciante, quien se interpone entre ellos como un parásito. Por eso, si no se quiere que el empleo del capital comercial sea declarado como un atropello liso y llano cometido contra los productores de las mercancías, habrá que recurrir a una larga serie de eslabones intermediarios.“ (Marx: „El Capital, 6a. Edición, pág. 127).

N: Este es un error tan grande como el anterior de Marx. Y dado que se ha equivocado con respecto al dinero, que es la médula de toda la economía social, debe haberse equivocado también en lo demás. El, como todos sus discípulos, cometieron el error de excluir de la esfera de sus investigaciones el problema monetario.

R: Esto me lo acaban de demostrar nuestras negociaciones de préstamo. Es verdad que también para Marx el dinero es tan sólo un medio de intercambio; pero su acción, al parecer, va más allá de la sencilla que consiste en „pagar el precio de las mercaderías que compra“. El hecho de que el banquero cierre su caja de hierro, en las narices del prestatario, cuando éste se rehúsa a pagarle intereses, y que desconoce todas aquellas preocupaciones que apremian al poseedor de mercaderías (capitalista), se debe pura y exclusivamente a la superioridad que tiene el dinero en sí sobre la mercancía, y ahí está el error de Marx.

N: Por cierto, ¡cuánto poder de convicción tienen las ratas, la polilla y el moho!


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(1) En obsequio a la brevedad he procurado que se desenvuelva el contrato de préstamo, aquí descrito, sin que intervenga la influencia reguladora de la competencia. Si ésta tuviera ingerencia en las negociaciones de préstamo, de manera que para una misma persona, en nuestro caso el náufrago, hubiera varios prestamistas, o sea Robinsones, entonces saldría tal persona mucho más favorecida aún en el convenio. Además, se supone aquí, que ambas partes contratantes reconocen los principios fundamentales de la libretierra; de lo contrario no llegarían, bajo tales condiciones, a la celebración de un convenio, sino a la lucha y al pillaje.

(2) Llama la atención que hasta hoy ningún teórico en cuestiones del interés se haya dado cuenta de esta ventaja, tan sencilla y clara. Ni siquiera la notó Proudhon.

(3) Knut Wicksell: „Valor, Capital y Renta“, pág. 83: „Boehm-Bawerk sostiene que los bienes actuales sean, por lo menos, equivalentes a los bienes futuros, ya que en caso necesario podrían ser „guardados“ para el uso futuro“. Esto es, desde luego, una gran exageración. Por cierto, menciona dicho autor como excepción a esta regla las mercancías sujetas a alteraciones, como ser: hielo, fruta, etc. Más; lo mismo ocurre, en mayor o menor grado, con toda clase de productos alimenticios sin excepción alguna. Y quizás, los metales nobles y las piedras preciosas, sean los únicos bienes cuya conservación para el futuro no requiere gastos ni cuidados especiales; pero aún ellos corren el riesgo de perderse por accidentes, cómo el fuego, etc.“
(Para guardar oro, piedras preciosas y títulos, ofrecen los Bancos cámaras especiales (cajas de seguridad) para el uso particular. Pero es necesario abonar por ellas un alquiler, de manera que, por lo menos por el valor de éste, los bienes presentes están en desventaja con relación a los bienes futuros.)

(4) Téngase presente la nota (1).”






3ª TRAMPA MARXISTA = La plusvalía: maximiza la explotación patrón- obrero . Niega la esclavitud del interés y el poder fáctico del Dinero.

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